domingo, 28 de junio de 2015

La presencia del döppelganger en la narrativa de Javier Marías

En este trabajo se analizarán dos cuentos de Javier Marías que tratan sobre una misma temática pero desde perspectivas diferentes según el punto de vista del narrador. Estos dos cuentos son Gualta y La canción de Lord Rendall. Y el tema en común que comparten es el del döppelganger. Ésta es una palabra alemana que fue utilizada por primera vez por el poeta romántico Jean Paul Richter en 1796 y significa literalmente “el doble que camina”. En este sentido, hace referencia a la existencia de un alter ego, un otro yo idéntico al de una persona en particular y, por lo general, este alter ego es una suerte de gemelo malvado del ser original. En las leyendas nórdicas o germánicas ver al doble era un augurio de mala suerte. Luego, el romanticimo se interesó por el fenómeno del doble como manifestación del lado oscuro y misterioso del ser humano.

     Con respecto a los cuentos de Javier Marías, se puede ver que tanto en Gualta como en La canción de Lord Rendall existe un narrador intradiegético protagonista desde el cual se construye la visión de los hechos. Además, por su temática, se puede clasificar a estos cuentos como fantásticos, pues en los dos se presenta un acontecimiento sobrenatural que resquebraja la cotidianeidad de los personajes y pone en duda la relación lógica de los hechos. Por lo tanto, se puede decir que, a causa de la clase de narrador y del carácter fantástico de las historias narradas, existe una visión extremadamente subjetiva de los hechos. Esto se nota en algunas características narrativas particulares que comparten. Por ejemplo, los narradores vacilan continuamente ante lo que les está sucediendo e intentan buscar distintas explicaciones para lo que aparentemente es inexplicable. Asimismo, ambos cuentos recurren a referencias intertextuales reales o ficticias que le permiten al narrador interpretar lo que está delante de ellos y que inscriben a los relatos dentro de la tradición literaria fantástica anglosajona.

    En primer lugar, se analizará la presencia de lo siniestro en lo fantástico. Desde este punto de vista, la contemplación del döppelganger es, si no siniestra, al menos perturbadora. Pero supongamos que esta presencia es efectivamente siniestra, ¿qué dice Sigmund Freud con respecto a esto? En primer lugar, el psicólogo austriaco postula que “lo siniestro sería aquella suerte de espantoso que afecta a las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás” (Freud, 2). Y con respecto a la figura del doble dice que
Uno participa en lo que el otro sabe, piensa y experimenta; con la identificación de una persona con otra, de modo que pierde el dominio sobre el propio yo y coloca el yo ajeno en lugar del propio, o sea: desdoblamiento del yo, partición del yo, sustitución del yo (Freud, 8)
Como se puede ver, ambas características se hacen presentes en los cuentos de Javier Marías. La primera, sobre todo en La canción de Lord Rendall; mientras que la segunda lo hace más bien en Gualta.
      Ahora bien, como se dijo anteriormente, el objetivo de este trabajo es mostrar cómo se percibe la figura del doble por parte de los narradores protagonistas de estos dos cuentos. En este sentido, se visualizará la imagen que ellos tienen acerca de sus dobles como antagonistas. Con respecto a Gualta, el título es un sustantivo propio que hace exclusiva referencia al personaje que encarna a ese doble que tanto perturba al narrador, Gualta es el apellido del doble antagonista. Mientras que en La canción del Lord Rendall el sentido del título es un poco más complejo. Es un sintagma nominal cuyo núcleo se refiere a una obra artística, una canción; en tanto que su modificador indirecto alude al tema de esa obra. Supuestamente esta es una canción popular inglesa cuya letra es recordada por el narrador protagonista y que, hacia el final del cuento, pone de manifiesto su vacilación con respecto a la responsabilidad del crimen cometido por su “gemelo malvado”. Por otra parte, el título de este cuento también establece una suerte de relación intertextual entre sus dos partes. Pero esta es una intertextualidad ficticia ya que tanto el supuesto autor al cual se le atribuye la escritura del cuento, James Ryan Denham, como la cancón popular que sirvió de inspiración para su redacción son invenciones de Javier Marías, el autor real del cuento. Por lo tanto, el título permite identificar tres posibles instancias a partir de las cuales se construye el relato: primero, la de Tom Booth, el narrador protagonista; en segundo lugar, James Ryan Denham, el autor ficticio; y en tercero y último, Javier Marías, el autor real.
     En relación a la intertextualidad, en Gualta se establecen referencias reales que también vinculan a este cuento con la tradición literaria anglosajona. En él se alude al cuento William Wilson de Edgar Allan Poe y a las novelas El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson. De estas tres referencias, la que mejor se ajusta por su temática al cuento de Javier Marías es la de Poe, pues allí aparentemente se da la existencia de un döppelganger fuera del ser del narrador protagonista. Aunque si se hace una lectura atenta del cuento de Poe, se puede deducir a través de algunos indicios que el otro yo que atormenta al protagonista no es ni más ni menos que la voz de su propia conciencia que le llama la atención sobre los pecados que él comete. En Gualta, por el contrario, el doble no es la voz de la conciencia ni nada que se le parezca, sino que parece ser una persona efectivamente real, no un producto de la imaginación del narrador protagonista. Desde el punto de vista de este último, Xavier Gualta, el colega catalán, es otra persona con mi mismo ser. Es decir, Gualta no es Santín, es otra persona fuera de él, pero tanto física como psicológicamente comparte su forma de ser, es idéntico a él. Eso puede verse claramente desde el primer encuentro que Javier Santín, el ejecutivo madrileño, tiene con su antagonista:
Gualta y yo éramos físicamente idénticos, como los gemelos del cine, pero no era sólo eso: además, hacíamos los mismos gestos al mismo tiempo, y utilizábamos las mismas palabras (nos quitábamos la palabra de la boca, según la expresión coloquial) (Marías, 48)
 Sin dudas, esta experiencia provoca una fuerte crisis de identidad en el narrador.
     Ahora bien, ¿qué siente Santín con respecto a Gualta? Por lo que expresa, siente un profundo rechazo. Santín dice: “Y me detesté. Es decir, detesté a Gualta, idéntico a mí [  ]. En Gualta me vi, y en Gualta vi a un sujeto estomagante, capaz de cualquier cosa, carne de paredón. Como he dicho, me odié sin vacilación” (Marías, 49). Entonces, ¿qué hace el narrador ante esta situación conflictiva? Simplemente comienza a cambiar, se propone dejar de ser el que es. En cierta manera, tal como lo decía Freud en Lo siniestro cuando habla acerca de la figura del doble, pierde el dominio sobre su propio yo e intenta colocar un yo ajeno en lugar del propio, intenta sustituir su forma de ser por otra. Ya no quiere ser ese sujeto relamido y presuntuoso que ve en Gualta e intenta construir una nueva personalidad. De la pulcritud pasa a la grosería, de la suavidad pasa a la reciedumbre y de la eficiencia pasa a la negligencia. Ya no pretende ser el que era sino que pretende ser otro. Por desgracia para él, también en Gualta parece producirse un proceso similar. Este cambio de personalidad en el narrador marca el comienzo de su caída tanto familiar como profesional. Por lo tanto, se puede decir que, tal como en las antiguas leyendas nórdicas o germanas, la contemplación del doble es un augurio de mala suerte.

     Si en Gualta el narrador percibe al doble como a otra persona con su mismo ser, en La canción de Lord Rendall sucede algo muy distinto. En este caso, el narrador percibe a su doble como a su misma persona con otro ser. Es decir, así como en el primer cuento el döppelganger está fuera de la persona del protagonista, es otra persona, en este segundo cuento el doble pare ser una emanación del mismo protagonista pero con otra conducta, con otra forma de ser, una conducta y una forma de ser que serían totalmente distintas a las que podría esperar en él mismo. Es más, existe una gradación creciente en la cual el narrador asume la identidad de su doble casi como propia. Comienza diciendo que ese hombre “era exactamente igual que yo” (Marías, 59), para luego decir progresivamente: “el hombre que era yo” y “el hombre que es yo” (Marías, 60) pasando de un tiempo pasado que en cierta manera aleja la identificación entre las dos personas a otro tiempo presente que la acerca, que hace que la identidad del doble sea la misma que la del protagonista. Pero si en el protagonista se da una forma de ser positiva, en su doble esta forma es negativa; pues mientras el protagonista pretende ser afectuoso y cariñoso con su mujer después del largo tiempo en el que ha estado ausente a causa de la guerra, su doble asume una actitud de “burla o recriminación” (Marías, 60) hacia ella para terminar derivando directamente en el maltrato físico y el asesinato. Así se puede ver de que manera el doble no tiene un ser idéntico al del protagonista sino que por el contrario es su gemelo malvado. Y aquí es donde se presenta aquella sensación siniestra de la cual hablaba Freud y en la que lo familiar se hace espantoso. En este caso también, tal como lo proponía el romanticismo, el döppelganger es la materialización del lado oscuro y misterioso del ser humano, es una suerte de manifestación de su inconsciente.
     Otro elemento importante que diferencia a los protagonistas de ambos cuentos tiene que ver con la actitud que asumen ante la presencia de su doble. En un caso, existe una actitud activa, mientras que en el otro es más bien contemplativa. En Gualta, Javier Santín cuando está frente a su antagonista siente que lo detesta, lo odia sin vacilación. Por lo tanto, decide cambiar, decide dejar de ser el que es para transformarse en otro. Todo con el fin de diferenciarse de su doble. Y para dejar de ser el que es debe actuar. Por ejemplo, no sólo modifica su aspecto físico sino que también cambia su comportamiento: se deja crecer el bigote, se implanta cabello, habla más reciamente, deja de ser caballeroso con las mujeres, etc. Progresivamente, deja de ser él mismo tanto en el trabajo como con su esposa. En cambio, en La canción de Lord Rendall sucede algo muy distinto. Aquí, Tom Booth, cuando ve a su gemelo malvado cometer los crímenes que comete, sólo atina a contemplarlo sin actuar. Se dice a sí mismo:
Tengo que romper el cristal y entrar y matar al hombre antes de que él mate a Martin o a su propio hijo recién nacido. Tengo que impedirlo. Tengo que matarme ahora mismo. Sin embargo, yo estoy de este lado del cristal, y el peligro seguiría adentro. (Marías, 61)
Es decir, el protagonista sabe que debe evitar un segundo crimen. Pero de la misma manera que se quedó del otro lado del cristal en el primero, también se queda en este otro. Sólo es el mero testigo de unos crímenes que no puede evitar.

     Y es desde la acción o la inacción de estos personajes desde donde se derivan sus vacilaciones con respecto a lo que tendrían que haber hecho o dejado de hacer ante la presencia del döppelganger. Por ejemplo, Javier Santín, después de haber cambiado totalmente su forma de ser a causa de la crisis de identidad que le causaba la figura de Gualta, se plantea que si se llegara a encontrar nuevamente con él podrían suceder dos cosas:
Puede ocurrir que me encuentre a un hombre opuesto al que conocí e idéntico a mi yo de ahora (desastrado, desmoralizado, negligente, mal educado, blasfemo y pervertido). [  ] Respeto a la otra posibilidad, es aún peor: puede que me encuentre, intacto, al mismo Gualta que conocí: inmutable, cortés, jactancioso, atildado, triunfal. (Marías, 53)
Es entonces cuando finalmente se pregunta por qué fue él quien tuvo que claudicar y cambiar su biografía. Es decir, se pregunta por qué tuvo que dejar de ser el que era para ser otro.
     Por otra parte, con Tom Booth, el protagonista de La canción de Lord Rendall, sucede algo diferente. Durante la contemplación de su doble, él se plantea tres posibles explicaciones para la presencia de lo sobrenatural. En primer lugar, se dice que su mujer ha encontrado a un hombre igual que él para suplantarlo durante su ausencia. Luego piensa que se ha producido una incomprensible alteración o cancelación del tiempo. Y finalmente supone que la emoción de su llegada lo está haciendo ver una escena de su pasado. Sin embargo, Tom Booth siempre parece ser consciente de que todo eso no es una alucinación sino algo que efectivamente está viendo, algo que está sucediendo frente a sus ojos en su aquí y ahora. Sólo al final, después de contemplar los crímenes de su doble sin atinar a hacer nada, recuerda un verso de la canción de Lord Rendall y se pregunta “cuál de los dos tendría que ir a la horca” (Marías, 62), ¿él o su doble? ¿Quién es el verdadero responsable de los crímenes? ¿Su doble por haberlos cometido o él por no haberlos evitado? O tal vez, lo sea él por ser su doble una parte de su propio yo, la parte malvada y oscura de su ser.
     En síntesis, en ambos cuentos Javier Marías habla acerca de un mismo tema pero desde perspectivas narrativas diferentes. En el primer cuento se percibe al doble como a otro con el mismo ser de uno, mientras que en el segundo se lo percibe como a uno mismo con otro ser. En un cuento, el protagonista actúa con el fin de transformar su situación, mientras que en el otro no atina a hacer nada, sólo es un espectador de lo que sucede. Sin embargo, tanto en Gualta como en La canción de Lord Rendall se concluye con sendos interrogantes. En el primer cuento, el protagonista se pregunta por qué tuvo que ser él quien cambiara su biografía, mientras que en el segundo plantea el problema de la responsabilidad preguntándose quién merece el castigo por los crímenes de su doble. Por lo cual, al final de la lectura de ambos relatos, al lector también le quedan algunos interrogantes: ¿Qué conviene hacer ante las situaciones problemáticas de la vida? ¿Actuar o dejar que pasen? ¿Cuáles son las consecuencias de nuestras acciones o inacciones? Y finalmente, el lector también se puede preguntar quién soy yo, aquel que se construye a partir de sí mismo o aquel que lo hace a partir del contexto que lo rodea, ¿yo soy yo o soy aquel que determinan las circunstancias? ¿Soy mi yo consciente o soy el yo que se esconde en lo profundo del inconsciente?     









Bibliografía
CORTÁZAR, JULIO. El sentimiento de lo fantástico.
FREUD, SIGMUND. Lo siniestro.
MARIAS, JAVIER. Mala índole. Cuentos aceptados y aceptables. Alfaguara. Buenos Aires,  2012.


TODOROV, TZVETAN. Introducción a la literatura fantástica. Premia Editora de Libros. México, 1981.

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