jueves, 9 de julio de 2015

La lucha

En el año 1943, el desembarco de Normandía es todavía una utopía. En el frente del Atlántico, los soldados alemanes antes que combatir contra el enemigo deben luchar contra el tedio. En ese marco, tendido sobre la arena en su puesto de guardia, uno de ellos piensa: “La desesperación es la esperanza de la carne. Hay una forma de desesperación que, aunque sólo tiene lugar en el espíritu, provoca un goce salvaje y sensual. La desesperación tiene algo de la sustancia del cine. Se bebe y es dulce; es dulce, es tan dulce que uno desearía beberse todo un mar de ella; pero cuanto más bebe uno, tanto más sediento queda y con tanta mayor fuerza presiente que ese sed ya nunca podrá ser saciada y que tal vez aquí, en la tierra, uno está ya en el infierno, pues el infierno puede ser en cierto modo la sed eterna. La desesperación es horrible, la desesperación es la esperanza de la carne, y uno podría verse tentado a rezar: No nos induzcas a caer en la desesperación”. El nombre del soldado que piensa en esto es Heinrich Böll.

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