Que pidiera clemencia
le aconsejó su hermano,
mas un juicio por combate
demandó el
enano.
En el peor
calabozo
lo encerró su
hermana
para que
esperara
la lucha a la
mañana.
Un príncipe se
ofreció
para ser su
campeón.
A la Montaña
eligió
la Casa del
León.
El príncipe, con
orgullo,
ganar la batalla
creyó,
mas el feroz
gigante
con fuerza sus
ojos hundió.
Y frente a su
padre
que ejercía como
juez,
sin justicia ni
piedad,
el enano
condenado fue.
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